Semana que se inició con la posesión de la nueva administración colombiana con promesas de ”diálogos al exterior” y ”guerra al interior”, amén de las promesas eternas de superación de la pobreza y el desempleo.
Estos anuncios desencadenaron casi inmediatamente un encuentro bilateral Venezuela-Colombia y la recomposición de las relaciones, con un aliento de tranquilidad en la frontera entre los dos países. Y es que así deben ser las relaciones entre buenos hermanos y vecinos.
Mas hay malos hermanos que les incomoda, que les causa escozor, que las cosas se ”recompongan” porque allí, en ese estado, ellos salen perdiendo. Son los ”halcones” de la guerra, los comedores de carroña, los homo necans de que nos hablan los investigadores sociales. Los mismos que ven cómo van perdiendo importancia en la sociedad. Que miran asustados que los compromisos hechos con los halcones del pentágono no podrán cumplirlos.
Por ello hicieron estallar el bombazo. Para hacerse ”sentir”. Para que los vieran. Es la única forma de hacerse notar en una sociedad que apenas inicia un camino para buscar alternativas diferentes a la guerra, por una salida civilizada. O por lo menos eso decían.
Los ”hombres de negro”, los agenciadores de la muerte, hacen sonar su lúgubre concierto, y la ciudad entera se estremece. Otra vez los bombazos. Mas siempre dejan sus rastros. El carro es de un miembro de las fuerzas militares, a quien dizque se lo robaron, cuento que no se traga ni la fiscalía. Ya apareció el que gemelió las placas. Ya Arizmendi asustado, porque se las debe a Uribhitler, dijo y denunció que les habían retirado las escoltas del edificio una semana antes. Como en la ”Toma del Palacio de Justicia”. Y, lógico, ya comienzan las pesquisas y todas apuntan a los cuarteles militares.
El bombazo lo sintieron también en la Corte Constitucional y les tocó parar la declaratoria de inexequibilidad del Acuerdo Militar con el gobierno de Estados Unidos. Y es que cuando está de por medio la seguridad personal a todo el mundo se les ensopan los calzones. Mas si la cosa es con los ”gringos”.
Para completar el panorama se disparan los asesinatos y las amenzas de líderes populares, sindicalistas y defensores de derechos humanos. Ivan Cepeda es uno de ellos. Lo que nosotros no sabemos es si Uribhitler cumplió con la sentencia de CIDH. Están también matando a los líderes revolucionarios del PDA (quizá para facilitarle el camino de la re-toma del POLO por parte del ex candidato preidencial del PDA).
Una semana que muestra que los carroñeros de la guerra seguirán desatando sus acciones de odio a fin de marcarle a Colombia el sendero de guerra por el cual venía transitando. El pueblo debe marcarle el rumbo de paz al gobierno y a los guerreristas que peleachan bajo la sombre de la guerra y la destrucción, a los carroñeros, con sus acciones movilizadoras. Que el miedo que producen los bombazos no nos paralicen para continuar nuestra lucha por una Nueva Colombia en paz, con justicia social, libertad, independencia y soberanía.
/alp
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