Ello ha sido visible en la relación que hemos hecho de las guerras en Colombia: ”En el siglo XIX debemos recordar la Guerra de la Patria Boba; la Guerra Civil de 1831; la Guerra de los Supremos o de los Conventos 1840; la Guerra Civil de 1851; la Guerra Civil de 1854. La Guerra contra Melo; la Guerra Civil de 1860 – 1862; la Guerra Civil de 1876-1877; la Guerra Civil de 1885; la Guerra Civil de 1895; la Guerra de los Mil Días.
Nueve guerras entre sectores de los ‘ricos’, llámense federalistas, centralistas, liberales o conservadores, que para los efectos son los mismos. Son esos sectores los que adelantan la guerra, lo que un investigador colombiano llama los ‘hacedores de la guerra’, y a ella llevan a los sectores populares como carne de cañón. Es de señalar que en la Guerra de los Mil Días es notoria la presencia de niños combatientes, a ojos vistas de los ricos liberales y conservadores que adelantaron la guerra, lo cual no era ‘mal visto’ por los sectores en el poder y quienes se lo disputaban.
Colombia inició el Siglo XX en medio de la Guerra de los Mil Días, que duró entre 1899 y 1902. Esta guerra, que se puede enmarcar dentro de las demás guerras civiles del siglo XIX colombiano se agravó cuando la dirigencia liberal ordenó a sus casi vencidos ejércitos no rendirse y refugiarse en la guerra de guerrillas, según nos dice Wikipedia”.
Posteriormente en 1948 se inicia uno de los períodos más violentos llamado precisamente ”La Violencia”, agenciada desde el estado y que creó las monstruosas criaturas de ”los pájaros”, lo cual dió por resultado más de 300 mil muertos y un millón de desplazados internos.
Este ejercicio violento del poder dió como resultado una nueva forma de acumulación capitalista, el despojo de tierras y ganados a los campesinos y el nacimiento de nuevos ricos, nuevos terratenientes.
Ya en 1964 la oligarquía colombiana, apoyada por el imperio estadounidense, recurre nuevamente a la guerra contra 48 campesinos (46 hombres y 2 mujeres) a través del Plan LASO pretextando unas inexistentes ”repúblicas independientes” y el anticomunismo más burdo. A raíz de esto nacen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las cuales han soportado todos estos años la declaratoria de guerra de todos los presidentes que han llegado a la Casa de Nariño.
La oligarquía ha esgrimido el pretexto de las ”guerrillas” como causa y no como consecuencia de su política guerrerista. Es la total inversión de la realidad ya que de esa manera utiliza la guerra para implantar por la fuerza la más hambreadoras políticas dictadas desde los centros de poder del imperio. Planes tras planes las FARC han enfrentado la política de guerra de la oligarquía con el agravante que el estado no ha tenido ningún empacho moral en utilizar las bandas de narcotráficantes para realizar las sucias tareas contrainsurgentes vedadas a sus fuerzas militares, fenómeno conocido como narco-paramilitarismo.
A través de la guerra la oligarquía ha implantado todos los planes económicos elaborados en los Estados Unidos y sus aliados imperiales, y ha sometido al pueblo a la más aberrante expoliación de sus recursos naturales, en un proceso similar al desplazamiento forzoso realizado por las bandas narco-paramilitares, al tiempo que les viola sus derechos humanos al convertirlos en ”enemigos internos” para ”secarle el agua al pez”, las FARC. Como en la primera "Violencia" en ésta segunda la oligarquía creó sus demoníacas criaturas llamadas "los asesinos de la MotoSierra" los cuales descuartizaban vivas , o "Los Mochacabezas" quienes jugaban al fútbol con las cabezas de sus víctimas.
A pesar de la insistencia de las guerrillas, especialmente las FARC, de buscar una salida política al conflicto interno, la oligarquía continúa implantando la política de guerra por orden del amo imperial. Así las cosas, la guerra en Colombia seguirá per secula seculorum hasta que el imperio lo determine, o hasta que las FARC les gane la guerra.
Esa ”salida” sin salida del conflicto interno privilegiando la guerra y ansiando un triunfo sobre las guerrillas es el más grande despilfarro de recursos económicos y humanos, sin salida que a los Estados Unidos le reporta pingües ganancias. Es de todos sabido que es casi imposible derrotar una guerrilla con amplio apoyo de masas, máxime si como han demostrado las FARC ellos son ”pueblo en armas”.
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